LA HISTORIA DE ANABBEAUTY: FUERZA, POSITIVIDAD Y ALEGRÍA
Seguro que ya la conocéis. Y si no es así, ¿A qué esperáis? 🙂 –> Instagram de @Anabbeauty
Una de nuestras chicas #IAMSINGULAR
De las primeras que se unieron a nuestro precioso movimiento #IAMSINGULAR y esperemos que siga a nuestro lado en Singular Corsetería mucho tiempo más 🙂
Una mujer cargada de fuerza, positividad, alegría, carisma… todo palabras bonitas para alguien que solo puede transmitir cosas aún más bonitas.
¿Quieres conocer su gran historia? Hace unas semanas le pedimos que nos escribiera su historia, pensamos, como os dijimos en el post anterior, que es importante escuchar la voz de muchas de nosotras, de chicas reales en un mundo real. Y tenemos que reconocer que cuando leímos lo que nos escribió para el Blog de Singular…¡nos ENCANTÓ! Porque Ana demuestra que tener una talla plus size no significa ni está ligado a tener que haberlo pasado mal en el colegio, o con tus compañeros, o con la gente que te ha rodeado durante toda tu vida. En muchas ocasiones somos nosotras mismas las que nos ponemos barreras. Lo más importante que tenemos somos nosotras mismas, nuestra positividad.
¿Eres más bonita, vistes mejor, eres más única o más especial por tener una talla u otra? Creemos que Ana demuestra con estas palabras que nada está ligado con NADA 🙂 –>
—
Vivir y ser de un pueblo tiene una doble vertiente un tanto curiosa…
Mi nombre es Ana Belén y soy de Cortegana, un precioso pueblo de la Sierra de Huelva. No lo voy a negar, es un pueblo, ¿y el “qué dirán?” forma parte de su idiosincrasia.
Y diréis: ¡qué pesada! ¡Siempre habla de su pueblo! Creedme que tiene mucha relación con todo lo que voy a contaros y que, de manera ineludible, ser de Cortegana forma parte de mi de ser, de forma contundente.
Pero empecemos por el principio, empecemos por la época en la que iba al cole, donde fui inmensamente feliz. Jamás me sentí rechazada por mi exceso de peso y mi vida ha sido de lo más normal. ¡Ay que infancia más bonita!
Yo estaba gorda, iba a endocrinos, subía de peso, bajaba, y seguía siendo igual de feliz, solo recuerdo llorar una vez porque quería unos pantalones de campana de color amarillo y no había de mi talla, pero mi tía no paró hasta conseguirlos, así que todo iba sobre ruedas.
Mi madre y mi abuela siempre me dicen que yo, desde pequeña he tenido muy claro cómo quería vestir, aunque no recuerdo ser muy “tiquismiquis” con mi ropa interior.
La época de instituto también fue genial, aunque reconozco que temía que la excursión de algún año fuera ir a la playa.
Porque sí, yo arrasaba en la moda. Aunque fuera abriendo el ropero de mi abuela Pepita para colocarme un abrigo de pelo o una camisa de botones dorados, en cuanto llegaba el verano escribía año tras año en mi diario el miedo al primer día de piscina pública.
No todo fue perfecto, cuando los años pasaban y mi cuerpo sufría un efecto “yo-yo” infinito en el tiempo, mi mente lo notaba, mi autoestima peligraba. Ahora, tras muchos años, sé que estar al lado de aquella persona no me hizo nada bien. Él no quería verme bien, porque él mismo no se veía bien. No dejaba que fuera yo misma y “la cosa” no termino bien. ¿Qué digo? Terminó muy mal.
Menos mal que siempre he estado rodeada de gente estupenda y de unos padres con la mente muy abierta que me han hecho ver la vida así también y que nunca me han cortado las alas. Al contrario, por muy locas que fueran mis ideas siempre me han apoyado.
Otra gran parte de mí que suma son mis amigas y amigos, ese colchón mullidito donde me refugio y me siento segura.
Lo cierto es que durante muchos años no me he querido nada, evitaba ponerme en bikini, evitaba salir de día en verano para no ponerme nada que me hiciera enseñar las piernas, y eso no está muy lejos en el tiempo. Saliendo en fotos, ya en redes sociales, no las enseñaba nunca. Afortunadamente eso ha cambiado mucho y hacerme fotos con distintas prendas me ha enseñado a valorarme y a quererme sanamente.
Había quien creía que yo nunca iba a llegar a nada, comentarios que se escuchan, sobre todo de gente del pueblo. ¿Veis? ¡Os dije que todo tenía relación! Que conste que no culpo a nadie de que lo haya dicho, porque conociéndome no me extraña que lo piensen, ya que siempre he sido un poco “veleta” en cuanto a mis aficiones, porque me declaro absolutamente fan de las tendencias, todo lo nuevo que sale, tengo que probarlo y eso a veces me ha hecho dejar otras cosas atrás.
Cuento todo esto para que me conozcáis, pero sobre todo para que entendáis que se puede ser normal y ser una mujer empoderada, que quererse es lo más maravilloso del mundo, que hacerse feliz una misma es lo mejor que te puede pasar en la vida.
No puedo contar que mi vida haya sido un martirio hacia el aprendizaje de todo esto, porque no sería verdad, y siempre diré a boca llena que he vivido “entre algodones”, pero todas pasamos por etapas que nos enseñan mucho y ahora comprendo que quizás, sin estas cositas y sin esta forma de vivir mi vida no habría podido enfrentarme al cáncer de mama de manera positiva.
A lo mejor mis ganas constantes de sonreír y el quererme, han hecho que me cure mejor, que mis cicatrices externas e internas cierren más rápido y sobre todo, que haya podido mostraros cada minuto del proceso, cada visita a oncología y cada centímetro de mi nuevo pelo rizado.
Guapis, hay que quererse, hay que gustarse, hay que amarse, hay que desearse…
Hay que comerse la vida, día a día, ¡aquí y ahora!
¡Por qué Siempre Fuertes, Siempre Jamás!
—
Gracias Ana por esta carta que sabemos ha llegado a todas y cada una de las chicas que la han leído.
Gracias por formar parte de nuestro mundo #IAMSINGULAR
¡ES UN PLACER!